Los primeros rayos de la mañana quiebran el cielo en mil fragmentos que encajan entre sí, y que juegan a acercarse y alejarse, sin llegar nunca al roce. La noche ha sido frágil y oscura y el día amanece vago desperezándose entre el tenue aroma de las lágrimas, la ilusión y la tierra mojada.
Los primeros rayos de la mañana quiebran el cielo en mil fragmentos que encajan entre sí, y que juegan a acercarse y alejarse, sin llegar nunca al roce. La noche ha sido frágil y oscura y el día amanece vago desperezándose entre el tenue aroma de las lágrimas, la ilusión y la tierra mojada.